Encontrar (se)

Dos nombres, dos apellidos, dos súplicas de formar un abrigo. Dos lados de la cama, dos miedos, dos pulmones que respiran el momento. Dos bocas que forman un amor, dos inquietantes formas de no decirnos que no. Dos minutos, dos horas, dos meses, lapsus de tiempos incoherentes. Dos brazos, dos piernas, dos pies que caminan con el mundo al revés. Dos acordes, dos bemoles, dos mil quinientas canciones en tu nombre. Dos corazones, dos cabezas, dos almas gritando paciencia. Dos malhumores, dos alegrías, dos maneras de perdonar el día. Dos silencios, dos miradas, los latidos que vienen en manada. Dos personas, dos charlatanes, dos eternos cómplices del aguante.

Acá es donde todo se aprende,  donde todo se vive  donde todo se siente.  Acá juegan los miedos,  las verdades, las certezas, las perezas tiesas. Acá sale ganando quien tiene más coraje, quien se juega, quien no comparte, quien se mira, quien se ve, quien camina con los pies. Acá manda quien no lo domina, y a cambio se priva del incrédulo espanto de la almohada vacía. Acá gana quien apuesta su riqueza, su dinero, su entereza,  sus neuronas de la cabeza. Acá gana quien no decide, quien no piensa, quien sólo vive, quién solo se entrega. Acá gana el más enamorado, el más meloso, el más idiota,  el que tiene el estómago más blando. Acá solamente gana el que tuvo el corazón sangrando, y lo dejó abierto para que alguien entre a sanarlo; gana ese valiente, porque valiente es aquél que después de una derrota sigue de pie.