La que; esa que; aquella que.


La que te presta las sábanas, la que te lleva el té a la cama, la que te hace compañía mientras estudias.
La más princesa con los otros y la más puta entre nosotros.
La que lucha día a día por la integridad. La que supera cualquier fuerza de voluntad.
Esa... Esa misma que siempre te dice la verdad.
La que erra y asume. Que pisa fuerte y se agiganta. La que el ego no levanta.
La que mira de reojo para una mejor perspectiva.
La que miente sobre cuánto gastó en el día.
La que intenta mejorar y aun así todo le sale mal, y lo que no le sale mal lo hace mal.
La que pasa a ser de víctima a victimario.
La que sufre cuando no estás y aún así puede remontar su vuelo, y salir a mirar.
La que derrocha simpatía y muere por dentro.
La que se caga de risa y lentamente se esta consumiendo.
La que escucha un "¿Cómo estás?", y responde "De maravilla!"; cuando muere de ganas de decir "Imposible dibujarme una sonrisa".
Y aún así la dibuja.
Aún así llora en su rincón.
Aún así se lamenta haber perdido la cordura, y la razón.
Se lamenta sus errores. Sus enojos.
Es la que se lamenta haber perdido sus cabales en esos tiempos en que todo era utópico.
La que se arrepiente al despertar. Y vive con ganas de volver a soñar.
La que te quiere en su sueño. La que te anhela aún sin tu respeto.
Dispuesta a perder todo. Es la que se conforma con tan sólo un poco de tus ojos.
Es la única que te ve la perfección. La que desploma imaginación cuando toca tu esplendor.
La que ama tu saber y disfruta solamente de tu parecer.
Y padece. Y siente. Y cada vez se ablanda más para volver a endurecerse.
La que ve tu figura como algo inexplicable e increíble.
La que siente tu ombligo y muere en el cosquilleo.
Me gusta la curva de tu nariz, me gusta tu boca dibujada, me gustan tus manos que saben vivir.
Soy esa. Soy todo eso y más.
Pero ya no se me ocurre qué poner, a esta altura ya perdí la dimensión de mi dignidad.
Soy "la que", "esa que", y "aquella que".
Soy la que se consume poco a poco por tu falta, y te lo hace saber.
Soy la que desperdicia segundos de su vida pensando en que todo va a salir bien, cuando sabe perfectamente que esperanzas no tiene que tener.

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