Imagina

Quisiera ser más estable.
A veces siento que pierdo la imaginación. Me estanco. Sudo. Me miro al espejo y tiemblo. Y me pido tiempo. Ya va a pasar. Sólo es una crisis, los tiempos mejores son los que vienen cuando uno supera las grandes mareas, ¿no?.
Y después todo es felicidad. La vida me llena, todo es canción, bebo música, respiro vida, disfruto, sonrío.
Pero no imagino.
Tan sólo tengo pequeños lapsus en los que la inspiración simplemente pasa cuál ráfaga ventosa de julio. Inalcanzable.
Y después llega esto. Intentar explicar por qué me pasa. Y voy a la facultad y hablo de identidad. Y voy al psicólogo e intento explicarle quién soy.
Soy quien soy cuando escribo.
Y cuando lo quiero pronunciar, mi boca no lo puede emitir.
Y hablo de lo que me identifica: las palabras.
Y me extraño sentada los martes a las 2:00 am en mi escritorio, con mi teclado húmedo, el olor a café, la pantalla ahí, estática, pero gritándome "Dale! Terminalo! No te vayas a dormir!".
Y extraño mi imaginación.
Quizás es una breve pausa a tanta información adjunta en letras. Quizás sea que los grandes escritores tienen vidas tristes (al fin y al cabo, uno escribe sus mejores párrafos cuando se encuentra en el pozo de lágrimas). O quizás es simplemente que antes mi vida era plena con eso, y ahora hay cosas que me causan más plenitud. Quizás me está dando un puñetazo para decirme "JÁ, Y VOS QUE PENSABAS QUE TU VIDA PODÍA SER SIN ESCRIBIR, TOMÁ!".
Quizás sean demasiadas revanchas y esta sea la más importante.
Son demasiados quizás, y para toda hipótesis la misma conclusión: Dale para adelante, si es lo que te hace feliz...

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