Nos sobran motivos
¿Tan poco dura la eternidad en tu cuerpo?
Nuestros besos saben a reencuentro, nuestras manos sienten pasión, nuestras palabras pueden oler el miedo que nos tenemos.
Sin rozarnos sentimos la fricción, sin besarnos sentimos el sabor, sin pensar leemos las palabras que el viento alguna vez nos llevó.
¿Tantas mujeres pasaron por tu cuerpo? ¿Tanto coraje necesitaste para valerte?
Ya no importa el cuándo, ni el cómo, ni el por qué.
Mi organismo sin fuerzas disfruta del momento silencioso. Supiste ponerle color a lo más oscuro de mi piel. Supiste cómo entender mis miradas, y seguiste mis pisadas traviesas que bailaban.
Te observo detalladamente, y tengo miedo que abuses de este último texto que te escribo.
Mi voz rugosa y quebrada espanta tus pensamientos felices, los deriva al llanto.
Porque nos decimos "adios", ese "adios" que no intenta tapar ningún "nos vemos", ni ningún "hasta mañana", ni ningún "hasta luego".
Este "adios" que nos decimos, entre felicidad, tristeza y miedo.
Para decirnos "adios" nos sobran motivos.