Tiempo al tiempo
Tu encanto de tatuajes y pantalones rotos, me cautivó.
Te compenetraste con mis pensamientos y así porque sí una mirada supo disimular un tímido gesto de vergüenza.
Tu personalidad de tipo extrovertido, y esa sonrisa que dominaba cualquier intento de salir corriendo desesperada, fue lo que me detuvo.
Mis tiempos se atrasaron unos segundos. Si no hubieses movido los labios para hablarme, aun estaría haciendo mi vida solitaria dependiente de un trabajo que no me hacía feliz.
Pero me hablaste, y pudimos entablar una conversación de un par de horas acompañadas por un café, que me demostraron que la cualidad más importante que tiene la vida, es que uno elige quién ser, qué hacer, y con quién hacerlo.
Muchos dicen que no tuvieron la suerte de poder vivir de lo que aman, pero no es así. No es suerte. Es saber aprovechar lo que uno tiene y poder luchar por conseguir lo que está lejos de tener.
En fin, en unos meses ya había renunciado a mi trabajo, vivía con un tipo que todos los días me mostraba la alegría de una manera diferente y además sobrevivía haciendo nada más y nada menos que lo que realmente amo.
Empecé a sacar fotos periodísticas, para revistas, para diarios. Hacía lo que quería.
Escribí un libro sobre la fotografía, y eso me supo demostrar que la vida es un gran sueño lleno de sorpresas.
Lo más gracioso de todo esto, que vengo reflexionando hace años, es que si el tiempo se hubiese detenido en tu mirada, como yo creí que sucedía, no hubiese renunciado a mi vida infeliz por haber cruzado palabras con vos, por haber cruzado un rato más tarde la calle, o por haber llegado a mi trabajo después de lo debido...
Si el tiempo se hubiese detenido y reanudado cuando volví a la vida después de hablar con vos, mi vida no sería rica en vicios y ambiciones codiciosas de vivir.