Priorizar
Ahora sí que estoy como quiero.
Aprendí a odiarlo, a verle el color negro de su personalidad; aprendí a ver que su imagen se esfuma con el tiempo.
El aire que respiro ya no queda dentro mío pronunciando su nombre, -como solía hacer-.
Las canciones ya no lo gritan, y hasta su olor ha dejado de seguirme.
Ahora es él el que tiene que aprender a no enemistarse con los queridos, a no reprochar ni enorgullecerse de cosas sin sentido.
Él tiene que saber priorizar los sentimientos antes que lo material. Él necesita volarse la cabeza para no ceder ante su razón inversa a la realidad.
Él necesita admitir que yo soy la única que conoce este costado de su vida, ese costado que solamente yo puedo ver. Necesita que su presente no sea odiado por mi porque soy la única que logra detener las agujas del reloj cuando el placer es placentero, y acelerarlas cuando el compromiso es más comprometedor.
Pero jamás va a suceder, su orgullo le gana y nunca va a poder vencerlo. Tiene que dejar su egoísmo y su desinterés con la gente y regalárselo a su almohada.
Él, verdaderamente, necesita volver a vivir para rendirse ante él mismo.
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