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Mostrando entradas de septiembre, 2015

Quizás

Sé que algún día nos vamos a encontrar. Sin olvidos, ni reproches, sólo el vino y tu paz. Sé que algún día la vida nos va a volver a juntar. Sin el miedo de perderte, con tu sonrisa, tus besos y el mar. Y sé que algún día aprenderemos de eso que llegó y se fue, tan rápido, tan ajeno, tan nuestro pero sin nosotros. Sé que por dentro me recordas, como algo fugaz, y eterno. También sé que el tiempo nos dirá que si quisiéramos despegar, ahí va a estar el Sol para iluminar. La vida nos amaga constantemente con precipitar, pero solamente tu canción es la cura de todo este mal.

Ideas

L a siento. En un abrir y cerrar de ojos me toco el pecho y la siento moverse. Como si fuese una brisa; la idea, penetrante quiere asomar. Cuando me levanto de la cama, ya me da indicios de que ese día va a aparecer. No sé como descifro su mensaje, pero ese día florece, mágicamente, como si tuviese vida propia. Y espera el momento oportuno para salir. A veces tarda días, meses, años. Otras veces se inquieta, junta mucha información y pide que la escriba, en ese momento, no importa el contexto.  La mejor parte es cuando la siento elevarse, atravesando cada una de mis neuronas, como si estuviese en un colectivo paseando por mi sinapsis. Y cuando llega a destino, ahí, en el área de trabajo que controla mi imaginación, mi creatividad, sonrío, no importa mi pelo, si estoy en la calle o en el tren, si mi novio me captura o si camino mientras llueve, colapsa su afán y nace, esa idea, única e irrepetible, que completa un poco más mi colección.

Yo lo sé. Lo sé muy bien. Te juro que lo sé. Y no me arrepiento. Los golpes son huellas. Y de ello se aprende. O no. Pero lo sé. Sé qué se siente cuando respiras y duele. Esa puñalada en el hígado, que perfora, y sigue latente, el dolor está, desgarrándose, lentamente; y mientras tanto respirar, con los mareos, las punzadas, mientras el corazón, ahí, con su sístole y diástole sin risa, sin amor... Sé que se siente cuando sufrís la parálisis mental, el colapso, la desorientación; el abrir y cerrar de ojos que no te aclara la vida, las calles movidas, el sueño sin sueños. Sé qué se siente cuando estás ahí, en la cama, sin poder mover los pies, y te levantas, empujando al mundo con los meñiques, todo es espuma, pero pesa tanto... Y llegas a tu casa, sin poder vaciar la mochila, con el peso en la espalda, con la nuca dada vuelta. Sé lo que se siente. Te juro que lo sé. A veces miro la Luna, y me sonríe. No sé si es porque está orgullosa, o se me caga de risa. Pero en ese momento, ...