Me quedo conmigo
Quizás muchas veces debería haber puesto un freno en mi vida, y jamás lo hice.
No soy de las que pueden frenar fácilmente. Y cuando el impacto es instantáneo, vuelvo a bajar a la realidad después de un tiempo.
Es muy raro pensar e intentar exclarecer el por qué de toda esta situación. Me siento bien, mal, patética, idiota, extremista, minimizadora, agrandada, zorra, prostituta, vende humo, mala mina, la mejor de todas.
Me siento todo.
Porque siento que los pequeños logros que voy acumulando son para nada relevantes. Son logros en vano.
Hago las cosas bien y aun así fracaso. Intento encontrarle el lado psicológico a la situación pero no creo obtener respuestas.
Me siento la peor en el contacto con los demás. No me privo de nada pero la situación me carcome a más no poder. Y me lo guardo. Y lo escribo. Y lo comparto sólo conmigo.
Si él tuvo su oportunidad de privarme de las cosas que hubiese querido privarme, y no lo hizo, no tiene derecho a reclamo. Pero aún así yo soy la única que me reclamo a mí misma por haber hecho las cosas bien y haber fracasado de todos modos.
Es inexplicable.
Ni siquiera se entiende a simple lectura.
Ni siquiera puedo terminar de comprenderlo.
No puedo disfrutar de cualquier momento feliz que se presente porque automáticamente padezco su presencia invisible ante mí. Y su recuerdo es más fuerte que yo. Y los recuerdos siempre fueron más fuertes que yo.
Intento el olvido abriendo las puertas de lo que nunca voy a poder tener. Pero son simplemente momentos. Que se esfuman en el paso del tiempo y se pierden en la claridad. Porque tarde o temprano se convierten en luz y nuevamente todo acaba.
Me quedo en la nada.
Me obnuvilo.
Se petrifica mi presencia... La presencia confusa de un ser que disfruta y disfruta, y vive, y se jacta de la buena vida, y en realidad, en frío, en el gran frío de la soledad, no sabe ubicar su punto, no puedo ubicar dónde estoy parada, no puedo mantener el hilo de un tiempo verbal, no puedo vivir a costa de algo que ni siquiera sé si va a pasar.
Pero si hay algo que aprendí es que disfrutado puedo obtener esos momentos que dependen de las agujas del reloj. Si fuese consciente de mi elección, me quedo con mi familia, con mis amigos, con quienes me dan esa diestra en los peores segundos. Pero no puedo con ellos. Es todo más grande que yo. Me quedo en el pozo, me hundo, me quedo sólo conmigo.
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