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Mostrando entradas de septiembre, 2013

Preciosa cobardía valiente

Te ví, fue mirarte y sonreír. Un monumento de vacío, agobiado de esplendor. Qué preciosa Valentía, ¡No me sueltes, por favor! Conocimos el vicio de un amor que nos desviste, ¡Mis palabras complementan tu placer! Naufrago en tu camisa, con tu eterna compañía; y si me pierdo, ¿Qué más puedo hacer? Qué preciosa Valentía. No me sueltes, ¡por favor! "Me sobra cobardía", dijiste, (falacias de un buen actor). Tatuadas tus melodías, candombes de un buen seductor. Admito que estoy lejos de lograr un cielo para dos, pero intento, con esmero, traducirte mi escaso amor. Amor desbordado, indescriptible, apasionado; impuesto de sudor pago cuando esto con vos. Sobran respuestas y faltan preguntas. Caravana de incógnitas, ¿Qué espero de vos? Colmada de certezas, anclada en tu mar de dudas, recogiendo retazos de oraciones que refutan. Combinando tu pureza con tu sentido de la desaparición, intento encajar las piezas de un rompecabezas sin ton ni s...

Sin tu voraz libertad

Al trote de la codicia, la isla de la verdad, era el coctel de cenizas de un presumido haragán. Dejando espuma en el viento, bufando al medio capaz de ser el expreso lento hacia la felicidad. El crepúsculo al desnudo, se hizo llanto al desayuno. Recordé tu estallido animal, parecía el sueño de cualquier tipo mortal. Y van pasando las pieles. Insípidas; de alquitrán. Dejando esquirlas de bretes donde supiste chispear. El suelo expulsa con rabia su requisa de algodón, mientras naufrago en la savia hipócrita del sudor. Hoy fallezco en la incongruencia de contiendas sin violencia. Sin la vida entregándose a amar. Perdí las nociones, sin tu voraz libertad. A veces busco en el tiempo lo que en el tiempo no está. Lo que extirpé por mis medios, por el temor de ganar. Y me cuidé del cuidado, sabiendo como perder. Perdí la sabiduría por no saberla ejercer. Terminemos con la farsa de los besos sin comparsa, de las flores que crecen sin sol. Ayer, hoy y siempre, fue mi mejor rocanrol.

Mujer sin miedo

Hay criminales que proclaman, tan campantes, "la maté porque era mía", así nomás, como si fuera cosa de sentido común y justo de toda justicia, o derecho de propiedad privada, que hace al hombre dueño de la mujer. Pero ninguno, ninguno, ni el más macho de los supermachos, tiene la valentía de confesar: "La maté por miedo"… Porque al fin y al cabo, el miedo de la mujer a la violencia del hombre, es el espejo del miedo del hombre a la mujer sin miedo.

Vive de lo que tiene sepultado

Si para recobrar lo recobrado debí perder, primero, lo perdido; si para conseguir lo conseguido, tuve que soportar lo soportado; si para estar ahora enamorado, fue menester haber estado herido... Tengo por bien sufrido lo sufrido, tengo por bien llorado lo llorado. Porque, después de todo, he comprobado que no se goza bien de lo gozado, sino después de haberlo padecido. Porque después de todo he comprendido, que lo que el árbol tiene de florido, vive de lo que tiene sepultado.

Sincera inspiración

Llegaste a robar mi costado especulador de manipulaciones tramposas y reverencias vacías de estupor. Me agobiaste de falacias reconstruidas por vos mismo y tu sorprendente vida. Y tu sorprendente esplendor. Que incitan a que me convierta en un monstruo; intento fallido de ser lo mejor para vos. Y me robaste las palabras, me queda un silencio de estrellas en el que flota una melodía con tu voz. Con mi voz, para vos, y con tu voz, en el seno de un cuento en el que habita el ínfimo recoveco, insondable caparazón, envuelto de un clamor dirigido por tu corazón... Creo que se llama amor.

Patear para allá

Te quiero, pero te odio. Te pienso y me aburrís, no quiero verte más. Pero cuando te veo, siento que una bomba se detona dentro mío. Y me paralizo, y nuevamente vuelvo a ceder. Y después de un tiempo, en frío, reflexiono, para ponerme de acuerdo conmigo misma y poder tener un argumento válido frente a la Luna, cada vez que me pregunta por vos. Pero no puedo. No consigo ganar el juicio. Ni siquiera puedo ser abogada porque tampoco puedo ponerme de acuerdo entre los acusados: la cabeza y el corazón. Poniendo en una balanza, gana la razón. Vos y tu pasado hacen que el presente sea difuso. Y desconfío. Y lloro. Porque soy capaz de justificarte, porque siempre una palabra tuya pesa más que cinco mías. No te quiero perder. Inconscientemente me rebaje ante las baratas declaraciones de amor. Porque no encuentro coherencia, ni siquiera explicación, de la histeria que me provocas. Y estoy totalmente en contra de la estúpida frase que el mundo clama como célebre: "si lo amas, déjal...