Patear para allá

Te quiero, pero te odio.
Te pienso y me aburrís, no quiero verte más. Pero cuando te veo, siento que una bomba se detona dentro mío. Y me paralizo, y nuevamente vuelvo a ceder.
Y después de un tiempo, en frío, reflexiono, para ponerme de acuerdo conmigo misma y poder tener un
argumento válido frente a la Luna, cada vez que me pregunta por vos.
Pero no puedo. No consigo ganar el juicio. Ni siquiera puedo ser abogada porque tampoco puedo ponerme de acuerdo entre los acusados: la cabeza y el corazón.
Poniendo en una balanza, gana la razón. Vos y tu pasado hacen que el presente sea difuso. Y desconfío. Y
lloro. Porque soy capaz de justificarte, porque siempre una palabra tuya pesa más que cinco mías.
No te quiero perder.
Inconscientemente me rebaje ante las baratas declaraciones de amor. Porque no encuentro coherencia, ni
siquiera explicación, de la histeria que me provocas.
Y estoy totalmente en contra de la estúpida frase que el mundo clama como célebre: "si lo amas, déjalo ir".
NO!!! Amar es aferrar, sentir, acompañar, aceptar, mutuamente, entender.
Pero hoy, dejando de lado la metáfora del sentimiento que absorbe el corazón, algo dentro mío dice que te
vayas, y no vuelvas. Que mi orgullo se vaya en otro número de teléfono, que las manos en el fuego las
deposite por alguien que me de otro tipo de sufrimiento e histeria.
Debería patear para allá, y valga la redundancia irónica, dejar que el Dios del Amor conquiste otro inocente y perturbado corazón.

Comentarios

Entradas populares de este blog

vidA A A

Márchate de mi vida

Auto-valorarse