¿Hasta dónde te permitís volar?


No retires tus dichos. Por más que no lo crea, las palabras vuelan con el viento.
Soy simplemente eso, un alma cantando en un escenario, que indirectamente te regala un verso.
Probablemente nunca me escuches realmente, pero puedo notar tus ojos iluminados, en el fondo, que hacen muecas de orgullo para que el resto se sienta interesado.
No abuses de lo que te escribo. Aunque esté en desacuerdo, nunca vas a valorar mis canciones de la forma que yo querría que lo hicieras.
Tomo mi micrófono, y allá se alejan mis cuerdas vocales que tiemblan más de lo normal. Lo presiono, intentando sacar toda mi euforia, y mi rostro se transforma mientras las estrofas salen como por sí solas.
Soy otra persona. Atrás dejo todas las infelicidades que vivo en la realidad.
Sobre la tarima me creo Dios, y todos los seres religiosos. Esos que vos me bajas al momento de desilusionar.
No te creas superior, ni mucho menos. Sos un ser, normal, que hace que mi piel se detenga.
No te sientas bien si te dedico una sonrisa, no te sientas bien si te dedico mi canción, ni te sientas bien cuando te bajo el cierre del pantalón.
Sentite mal, poderoso, dominante, manipulador. No valores esos defectos.
Descubrite a vos mismo, y el día en que me puedas mirar sinceramente a los ojos, únicamente en ese momento voy a poder creer en que podes llegar a toparte con el cielo...
¿Hasta dónde te permitís volar?

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