Carta a mi primer amor


Ya no te tengo miedo. Mil veces intenté descifrar por qué te quiero y te necesito tanto. Otras tantas intenté dejarte de querer y necesitar. Pero nuestro vínculo, nuestra química, es incomprensible e indispensable.
Fuiste mi primer amor, la primera vez que alguien me enamoró de la forma que vos lo hiciste, con tan sólo un poco de placer que duraba apenas unos minutos. Ese placer que recordaba cuando no tenía y ansiaba cada vez que te arrastrabas por el piso.
Tu furor era una llamarada de esperanzas que encendía absolutamente todos mis pensamientos y sentimientos.
Al principio tenía que verte a escondidas. Eras mucho mayor que yo, y nadie iba a poder entender el por qué de nuestra relación.
Evitamos cualquier tipo de juzgamiento y lo supimos sobrellevar, pero aun así la conciencia pesaba más y muchas veces lamenté haberte conocido.
El roce de tus labios, y tu cuerpo rubio, me daban ese calor interno que necesitaba para calmar mis catástrofes.
Todavía recuerdo la primera vez que te vi; fue amor a primera vista.
Hace poco más de tres años que inundas mis días y noches. A veces te pones cariñoso y tu amor demanda más de mí; otras veces yo no quiero dejarte. No puedo dejarte. Aunque las probabilidades de que vos me dejes a mi primero son mucho más altas.
En algún momento me vas a enfermar y lentamente mi agonía va a extrañar tu humo gris y pesado.
No espero menos, la sensación que causas tiene un precio y debe ser recompensado.
Lamento que seas tan mal visto por mis roedores, ahora que sos más público en mi vida, tus aromas ya no se ocultan y no puedo reemplazarte por ningún alimento, ni actividad, ni nada que se asemeje. Sos único. Y me seguís enamorando y atrapando cada minuto un poco más.
Querido cigarrillo, espero que tu filtro de futuros deshechos sea menos fuerte que yo. Espero ganar la batalla y tener la facilidad de elegir sobre mi bien y lo que yo quiera hacer con vos.

Comentarios

Entradas populares de este blog

vidA A A

Márchate de mi vida

Auto-valorarse