De rodillas, ante vos: el mundo entero

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Querías tener todo friamente dominado. El mundo estaba de rodillas ante vos. Pensaste que tus actos eran los guias de mis actos. Tus palabras eran mi diccionario, y tus ojos arrastraban a los míos. Tu boca nombraba mis textos como si fuesen tuyos; te jactabas que escribías muy bien, y el mundo te felicitaba porque mostrabas una imagen que no era. Mi ingeniudad me llevaba al silencio. Te veía feliz, y hubiese sido egoísta si no lo hubiera disfrutado.
Me hablabas y me arrinconabas, prepotente, porque sabías que mis respuestas siempre eran: "sí, sí, sí".
Y hoy solo me gustaría haber ganado tu respeto. Tus triunfos fueron tus únicas metas, no te importaba el quién, el cuándo, ni por qué los lograste.
Llevas el honor incrustado en tu sien.
Y siempre decías que tu destino era el infierno porque el cielo te quedaba chico. Pero a mi pesar, caíste allí porque la entrada al cielo cuesta caro y vos no la pudiste pagar: una sonrisa que se escapa sin dar nada a cambio, una charla con tu mejor amigo porque él está triste, una mueca de cansancio digna de trabajar, no de hacer caridades enmascaradas; un sueño de tu propio hijo que se durmio mientras le contabas un cuento, y un "te amo", sincero, de tu mujer, la incondicional, la que te sigue al pie de la letra no por tu dineral, sino por el amor que le brindas.
Pero no pudiste, tu status no permitió que vivas plenamente, sin mentiras. Tu cabeza durmio incomoda y la almohada terminó en los pies, porque las vueltas de la vida son las mismas que diste en tu colchon de cinco mil dólares. Y lo sufriste, porque perduró por un largo tiempo...
Hay cosas que el dinero no puede compar; cosas que las máscaras no tapan; sonrisas falsas que la gente nunca las olvida. Espero allá abajo el diablo te eduque correctamente para no volver a subir, tuviste oportunidad de aprovechar segundas, terceras, hasta cuartas oportunidades; pero no, no pudiste. Ojalá, en algún tiempo, comprendas de lo que vos solo te quitaste sin haber logrado tenerlo.

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