No te quiero conmigo
No vaciles, no dudes, no te calles ante mi verdad.
No temas, no te quiero cerca mío.
Intento que los recuerdos no ocupen un buen lugar en mi cama, prefiero que el frío la atormente. Pero aún así, te puedo sentir.
Sólo me queda tu olor en mis sábanas, tu piel en mi piel, tu risa en mi cuello.
Me acuesto, y tomo conciencia del gran sabor que me quedó por haber probado tu vida. Y lo recuerdo, como si todavía estuvieses rozando tus labios con los mios.
Tu piel, fue particular, diferente a las demás. No tenía esa espesura que suelen mostrar los que no te quieren. Tus ojos eran como una especie de luz que atinaba a mostrarte siempre el camino incorrecto, hasta que entendías que debías ir por el otro lado. Fue lo único que rescato, y me alegro de haberlo aprendido de vos. Y tus manos... tus manos eran ese poder que volvía al mundo irreal.
Pero no temas, no te quiero cerca mío.
Recuerdo cada fracción de tu cuerpo como si te estuviese tocando ahora mismo, pero no puedo dejar de lado tu cotidianeidad, aunque vos decías que la rutina te aburría.
Volviste a lo mismo, y yo estoy contenta de poder aprender de lo que dejo atrás. A vos te dejé atrás, y de ello aprendo que jamás nadie va a poder reemplazar el amor que te tuve, y que aún, en algun hueco profundo, te tengo. Porque sos ese que por las noches todavía ocupa mis sueños. Porque sos ese tipo que ensucia mis palabras cuando las digo. Porque sos el que me hizo ver qué hay más allá de nuestros ojos. Sos el que quema cada objeto que toca.
Y no, no temas... porque, al fin y al cabo, no te quiero conmigo.